Esta xilografía titulada “El sueño de la esposa del pescador” fue realizada en 1814 por el maestro pintor y grabador Hokusai cuya obra y sus tentáculos, a pesar de que hayan pasado dos siglos, siguen inspirando fantasías sensuales en la cultura erótica actual, tanto japonesa como a nivel internacional.
Para que nos podamos hacer una idea de la época en la que se hizo esta estampa, algunos acontecimientos de aquel año fueron que Goya pintó sus cuadros del dos y tres de Mayo de 1808, los franceses se retiraron de Barcelona en la Guerra de la Independencia Española, Napoleón fue enviado al exilio en la isla de Elba, Inglaterra y Estados Unidos firmaron una “paz perpetua” en el “Tratado de Gante”… Vamos, que ha llovido bastante desde entonces…
Sin embargo, no fue hasta el otro día cuando me dijo mi primo que se había encontrado con este cuadro de Hokusai mientras veía la tercera temporada de una de sus series de televisión favoritas, Mad Men: el cuadro estaba colgado en el despacho de uno de los jefes de los personajes de la serie y, claro, se acordó del blog de KrakenByte.
Ignorante yo de su existencia, hasta ese momento, no podía dejar pasar la oportunidad de mencionarlo, puesto que ¿qué hubiera sido de Urotsukidoji y sus hermanos, descendientes y múltiples variaciones? No habrían llegado a ser lo que fueron sin este relevante eslabón histórico anterior, no en balde, se atribuye a Hokusai la creación del término MANGA.
La repercusión de Hokusai continúa hoy en día, y probablemente la vemos a diario, sin saberlo, en los emoticonos del teclado emoji de nuestro teléfono móvil, sobre todo cuando usamos nuestra aplicación de mensajería favorita.



Se trata de un homenaje a una de sus obras más famosas, la estampa «La gran ola de Kanagawa«, publicada entre 1830 y 1833, cuyos ejemplares, habitualmente provenientes de colecciones privadas del siglo XIX de estampas japonesas, se pueden encontrar en diversos museos como el Museo Guimet, el Museo Metropolitano de Arte, el Museo Británico, o incluso la Biblioteca Nacional de Francia.
Está claro que, aunque hayan pasado doscientos años, el maestro Hokusai nos dejó muy bien estampada su huella y le debemos mucho a su arte e imaginación. Yo, de hecho, muy a menudo… ¡sueño con tentáculos!

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