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Novela LA PLATAFORMA: Capítulo 6 – Una nueva misión

Sexto capítulo de la novela La Plataforma: Acabar con armas de destrucción masiva es un juego de niños comparado con la nueva misión de Morgan Conrad.

kraken escritorio tactil

Capítulo 6 – Una nueva misión

John Walter era un hombre que, aunque aparentaba haber cumplido hace poco los veinte años, posiblemente, podía tener alguno más. Vestía un traje moderno, a la última moda. Iba peinado hacia atrás con gomina, lo que le daba un aire retro muy clásico, pero elegante. En su mano derecha sujetaba un lujoso vaso con hielo y lo que parecía un licor destilado de los que se antojaban demasiado caros para la mayoría de la gente.

A pesar de su juventud, John pasaba las horas dirigiendo las operaciones de La Corporación desde un enorme despacho que aunque estaba decorado de manera minimalista, contaba con los últimos adelantos tecnológicos. Así contaba con una amplísima mesa cuya totalidad de la superficie era a la vez pantalla de ordenador. El teclado que pulsaba era virtual, generado cuando era necesario en parte de la pantalla, y lo podía desplazar arrastrándolo por la misma, como si fuera un elemento real, aunque en realidad sólo tocaba la mesa. Además de la superficie táctil de toda la mesa, su ordenador contaba con capacidades de interacción gestual por lo que tampoco tenía ningún ratón ni puntero encima de su mesa, eliminando incluso la necesidad de tocarla para realizar ciertas tareas, ya que el sistema de seguimiento facial del ordenador reconocía los gestos de sus manos, cuerpo, e incluso los gestos y miradas.

“LA GUERRA DE LA DROGA ENFRENTA A LAS DOS PRINCIPALES FAMILIAS SOSPECHOSAS”

—Espero que les fuera de utilidad lo que les conseguí —dijo Morgan entrando por la puerta de apertura automática del despacho.
—Era lo que necesitábamos. Todo correcto —contestó John dirigiendo su mirada hacia la ventana del despacho para recrearse con la vista desde el rascacielos en el que se encontraban—. Nuestros expertos están… analizándolo. Por supuesto, le hemos hecho el ingreso de los bonos habituales en su cuenta, Agente M, como de costumbre —sonrió John—. Ha sido muy inteligente camuflando su misión como un asunto del cartel. Los periódicos lo han interpretado como un ajuste de cuentas entre clanes rivales —John mostró la portada de varios diarios en la pantalla de su escritorio en las que se veían las fotos de inmensas mansiones en ruinas aún humeantes y, en el primero de ellos, un titular enorme que decía “LA GUERRA DE LA DROGA ENFRENTA A LAS DOS PRINCIPALES FAMILIAS SOSPECHOSAS”— y sin dejar supervivientes.
—Basta de halagos, sin rodeos, Walter —se apresuró a decir Morgan—.
—Sí, se que le gusta ir al grano, Agente M. Está bien, el caso es que tenemos prevista otra misión para usted, para cuando se recupere de esta…
—Puedo empezar ya mismo —interrumpió Morgan—. Estoy preparado. Estoy impaciente y listo para la acción.

«un arma de destrucción… ¿masiva?, no, masiva no… extensiva, desorbitante, global…»

—En ese caso —dijo John sacando un móvil de un cajón de su escritorio—, aquí tiene la información. Como sabe —dijo tras dar un trago al combinado del vaso que sostenía—, desde La Corporación estamos comprometidos con la continuidad del estilo de vida civilizado. Afortunadamente, contamos con usted para eliminar a los indeseables terroristas y enemigos del sistema, como los “capos de la droga” a los que ha derrotado… pero no me iré por las ramas. Verá, señor Conrad, no le engañaría si le dijese que nos enfrentamos a una amenaza mayor de las que nos hemos enfrentado hasta ahora.
—¿De qué se trata, Walter? —preguntó Morgan Conrad.
—Si queremos acabar con La Organización de una vez por todas debemos destruir su campamento base. Y, Morgan, ya casi lo hemos encontrado.
—¿En serio? —preguntó Morgan.
—Bueno, casi. Ese será su trabajo —contestó Walter—. Tenemos evidencias de que están construyendo en su base secreta un arma de destrucción… ¿masiva?, no, masiva no… extensiva, desorbitante, global… —John hizo una pausa—. No tengo palabras… No es nada igual a lo que se haya conocido nunca: Nuestros expertos han calculado que sólo con una detonación de un artefacto no más grande que un camión con su tráiler tendría la potencia suficiente como para terminar con toda la vida de una extensión como Australia.
—Inaudito… ¿Y qué tipo de mecanismo destructivo utiliza semejante bomba: fisión, fusión, químico, biológico? —inquirió Morgan.
—No es una bomba como tal, no explota, es… será mejor que lo vea —repuso Walter mientras sorbía del vaso.

«el cadáver del ratón se desmoronó instantáneamente como si estuviera hecho de arena del desierto»

kraken monton arena

John Walter señaló sobre su mesa con el dedo y toda la superficie de la misma mostró una película. Un técnico ataviado con bata blanca agarraba un pequeño ratón de laboratorio y lo introducía en un envase transparente junto a un dispositivo metálico del tamaño de una caja de cerillas que estaba conectado a unos cables. Tras retirarse y a una señal del técnico, se activó una pequeña luz en el dispositivo que indicaba que estaba funcionando —menos de un segundo— entonces, el ratón se quedó inmóvil…y cayó a plomo contra el suelo de la improvisada jaula y al chocar contra dicha superficie fue cuando ocurró algo totalmente inesperado: el cadáver del ratón se desmoronó instantáneamente como si estuviera hecho de arena del desierto, una arena rara, sólida sin líquidos sanguinolentos ni vísceras esparcidas, únicamente una especie de arena gris con algún tono blancuzco que recordaba el pelaje de lo que había sido hasta hace unos instantes un ratón.

Al acabar el video, a Morgan Conrad se le había quedado la cara pálida.

—Realmente da miedo, ¿verdad? —dijo John—. Además fíjese que no le ha afectado nada al resto de materiales minerales o plásticos. Sólo ha destruido la vida, de alguna manera ha dejado ese compartimento esterilizado.
Por otro lado —continuó Walter bebiendo de su copa—, tenemos razones para creer que en donde quiera que esté esa base están reclutando a un equipo especial de élite: auténticos fanáticos que entrenan para formar parte de las filas de su ejército. Pensamos que, si no lo evitamos antes, se camuflarán en todos los países del Mundo Civilizado y cuando el líder de La Organización de la orden terminarán con nuestra existencia y la de todos cuantos conocemos.
Morgan iba asintiendo fríamente con la cabeza, ya recuperado del impacto de las imágenes del video del ratón, mientras escuchaba la explicación.

—Su misión —prosiguió diciendo John— consistirá en localizar, desactivar y destruir ese nido de terroristas antes de que salgan a la luz, antes de que acaben con el Mundo Civilizado. La pista de partida tenemos nos sitúa en esta fábrica —mostró una foto en su escritorio— de productos electrónicos en Corea. Como siempre se dirigirá a allí en el jet privado, que ya le está esperando en el Aeropuerto. Puede tomar el helicóptero desde esta misma azotea para llegar al aeropuerto. En este móvil —dijo John Walter— encontrará toda la documentación necesaria para acabar con éxito la misión. Buena suerte.
Sin hacer más preguntas, Morgan Conrad recogió el teléfono móvil de última generación que había puesto John Walter sobre el escritorio, lo guardó en un bolsillo de su chaqueta y se dirigió hacia el acceso privado a la azotea que estaba en la otra punta del despacho.

Cuando el Agente M salió de su despacho, Walter sonrió lleno de esperanza y se acercó al mueble bar para prepararse otro combinado con hielo.


Continuará…

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